LE RÊVE
Incluso los mayores artistas de la Historia necesitan una fuente de inspiración. Ven a conocer a una de las musas de Picasso.
Le Rêve (1932) es probablemente mi obra favorita del artista español. Picasso cambió completamente el juego para los retratos así como el curso de la Historia del Arte. Nos regaló figuras distorsionadas y jugó con su noción sobre cubismo y con colores llamativos y escandalosos; rojos, verdes, azules y amarillos sobresaturados, que le otorgaban a la escena una apariencia dinámica, en contraste con la calma que emana de la mujer durmiente.
La modelo -o la musa de Picasso- es su amante Marie-Thérèse Walter, quien tenía 22 años cuando se realizó la obra. La retrata sentada y dormida, con sus manos entrelazadas sobre su regazo, la cabeza inclinada hacia un lado y un pecho sobresaliendo de la blusa. Sus labios son de un rojo brillante y su pelo cae en una cascada dorada por su espalda. Parece en paz, atrapada en la dimensión del sueño. El fondo está significativamente decorado, con bellas tonalidades de verde y una mezcla de rojo y burdeos. Un collar bicolor adorna la parte superior de su escote.
Picasso tenía un estilo en constante cambio, experimentando con asiduidad. Con esta obra vuelve a ese cubismo sintético (1912-1914) pero no del todo -Picasso nunca hizo la misma cosa dos veces-. Aquí juega con ese espacio plano, la figura parece ser un collage, como si partes de su cuerpo estuvieran pegadas de alguna manera. Da la ilusión de poder separar fácilmente la cabeza del cuello, el torso de sus brazos. La cabeza da la impresión de estar dividida en dos, Picasso aquí juega con nuestros ojos, podemos ver el perfil si miramos de una cierta manera y después podemos percibir la cara en una posición frontal, todo depende de cómo decidamos mirar.
Esta obra fue vendida por primera vez en 1941 por $7.000, de nuevo en 1997 por $48.4 millones en una subasta de Christie’s. En 2013 fue vendida otra vez por $155 millones a Steven Wynn, quien rasgó el lienzo con su codo en 2006 mientras el retrato era todavía de Steven Cohen -arreglaron la rasgadura de 15 cm. por $90.000-.
Cuando hablamos de obras como esta es interesante reflexionar sobre el impacto que las musas tienen en la carrera de un artista. Las musas pueden ser cualquier cosa, pero es cierto que en muchas ocasiones resultan ser personas. Alguien que ha dejado una impresión en el artista y que le inspira para crear y expresarse. A lo largo de la carrera de Picasso vemos muchos ejemplos de musas, tanto si eran amantes como Marie-Thérèse Walter, Eva Gouel, Dora Maar, Françoise Gilot, o sus dos esposas, Olga Khokhlova y Jacqueline Roque. Su carrera artística no sería la misma sin ellas. La importancia de la inspiración se encuentra más allá de los tangible, más allá de lo que vemos. Usualmente es algo que tiene poco que ver con los porqués y más sobre permitirse a uno mismo ir con la corriente y aceptar la avalancha de energía que viene. Pero, sobre todo, la clave es saber qué hacer con lo que las musas nos han dado y eso es algo que no todos saben hacer.