RAYUELA. EL ORDEN FALSO
Comisariada por Octavio Zaya, la exposición Rayuela. El orden falso rinde homenaje, en su 60 aniversario, a la novela del genio argentino.
Rayuela. El orden falso es una exposición colectiva que reúne a los artistas latinoamericanos Alexander Apóstol, Fernando Bryce, Luis Camnitzer, Tania Candiani, Leda Catunda, Marilá Dardot + Fabio Morais, Guillermo Kuitca, Rafael Ortega, Amalia Pica, Sandra Ramos, Valeska Soares, Rivane Neuschwander + Mariana Lacerda y Antonio Vega Macotela, teniendo lugar en la Galería Marlborough Madrid, del 14 de septiembre al 18 de noviembre.
El escritor argentino Julio Cortázar presenta, en 1963, con Rayuela un fenómeno nunca antes visto. Él mismo la denominará como contranovela, porque es una obra que rompe con los cánones anteriores y que deja total libertad al lector para moverse por sus páginas como desee, haciéndole así protagonista y productor de la propia trama.
En esta exposición, se aúnan 15 artistas latinoamericanos cuyas producciones están explícitamente basadas, inspiradas en la aclamada obra de Cortázar, algunas concebidas para esta muestra y otras (las de Kuitca, Marilá Dardot o Fabio Morais) se produjeron con anterioridad.
En cuanto a los contenidos que estos artistas abarcan, encontramos, como no podía ser de otra manera, la política, la literatura, las referencias autobiográficas, el amor, pero también un piezas de un antiguo laberinto, una niña que representa a otros muchos, dibujos que parecen multiplicarse ante ti, una brújula que conduce al conocimiento, un firmamento de vasijas, el mundo interior que en ocasiones no discernimos del real, calendarios con novedosas concepciones o la creación de un espacio para centrarnos en un sólo personaje (y tal vez contestar preguntas).
La Galería Marlborough Madrid, parada imprescindible dentro del recorrido cultural de la capital española, recoge en su interior un aura casi sagrado, posiblemente debido a la iluminación cenital y al ser un espacio que se asemeja a una iglesia con planta de cruz latina.
Las tres primeras obras con las que nos encontramos al entrar son las de Sandra Ramos, Fabio Morais + Marilá Dardot y Fernando Bryce.
Sandra Ramos con una instalación inmersiva que aúna pinturas de diferentes formatos que podemos (con el uso de unos guantes que se encuentran al lado de las obras) cambiar de sitio las obras, combinándolas entre sí, creando una nueva narrativa, así como lo hacemos con la obra de Cortázar. Ramos alinea de forma paralera su propia experiencia como migrante con las de Horacio Oliverira y la Maga y, a través de la simbológica presencia del personaje de la niña (recurrente en su obra).
Fabio Morais + Marilá Dardot, con la obra Lá em casa (Rayuela) que realizaron en 2010 como parte de la instalación que llevaron a la 29ª Bienal de São Paulo, una alfombra que representa el famoso juego de la rayuela.
Fernando Bryce trae un conjunto de obras que repletas de simbología y referencias de Rayuela, junto con la contracultura de los años sesenta, París, un fascinante retrato de Cortázar o la presencia del propio artista en una de las piezas.
En Log Score, Tania Candiani se basa en el Cuaderno de bitácora de Rayuela que Cortázar utilizó para anotar todos los aspectos que formarían la novela, las propuestas, la trama, citas… La artista mexicana elimina las palabras, pero conserva todo lo demás, dejándonos con un mapa que seguir, con una partitura que marca un ritmo. La escultura sonora de Candiani, Talk and Response, que relaciona directamente con Log Score, envuelve parte del espacio de la galería con extractos de piezas de jazz (importantes para la artista y muy presentes en la obra literaria), creando una atmósfera única en la que sumerge al espectador, transformando también la forma en la que apreciamos las obras contiguas.
La obra textil de Leda Catunda en la que representa un cerebro nos habla de cómo conviven dos realidades paralelas, lo que pasa en el mundo y lo que pasa en nuestro mundo interior, que es intransferible e único en cada individuo.
Amalia Pica, con Study for rearranging the conference table, realiza una reinterpretación de muebles que encontramos en las salas de reuniones en oficinas, a las que otorga formas sinuosas y colores vibrantes y que cuelga en la pared.
En una misma sala conviven las obras de Luis Camnitzer y Antonio Vega Macotela. Camnitzer trata el exilio, el desplazamiento forzado, que a su vez es algo que se ha ido dando a lo largo de la historia y los puntos cardinales, ninguno favorecido por encima del otro. Vega Macotela presenta una obra que aúna el gíglico, hackers aragoneses, la periodicidad de las estrellas, una reinterpretación de cerámicas del museo de Huelva y, de algún modo, hace que todo tenga sentido.
Las preguntas de la Maga de Marilá Dardot nos acerca a uno de los personajes principales, la Maga, y lo hace otorgándole un absoluto protagonismo a ese personaje que tanto impacto tuvo en las mujeres de la época, una mujer que, aunque existe en un mundo de hombres, desafía las normas y abraza el caos.
Guillermo Kuitca presenta dos obras en la exposición, Philosophy for Princes II, que sigue la línea común de su obra: elementos de arquitectura, cartografía, teatro… y Untitled, una aproximación más distraída, con cierta inspiración en el jazz, que se da de forma casi orgánica en el lienzo.
Dentro de su serie Broken Year, Valeska Soares trae a la exposición los meses de octubre y noviembre, páginas arrancadas de libros, manera de hacer referencia al paso del tiempo, a las hojas que caen con el cambio estival, a los finales y los comienzos.
En un mismo espacio conviven el mediometraje de Rivane Neuenschwander y Mariana Lacerda llamado Soy un guacamayo (I am a macaw), dónde documentan la manifestación de un grupo de personas en São Paulo contra la deforestación y la propia destrucción de poblaciones indígenas, y la obra de Alexander Apóstol, representaciones simplificadas de banderas de partidos políticos venezolanos hoy en día desaparecidos.
Rayuela. El orden falso demuestra que es en el caos, en el conjunto de diferentes componentes, donde realmente podemos encontrar un entendimiento más completo, creando una narrativa que complementa el relato ya existente y que tal vez nos hace buscar nuevos caminos. Algo que Cortázar seguro hubiera aplaudido.